Sala 11. Organización económica. Oficios. CERRADA TEMPORALMENTE

El de orive ha sido un oficio muy arraigado en poblaciones como Zarza la Mayor, Ceclavín, Torrejoncillo, Garrovillas, Plasencia o Cáceres. Allí, los plateros de filigrana han desarrollado su labor siempre de forma artesanal, transmitiéndose los conocimientos de padres a hijos mediante libros de recetas y plantillas para la confección de las joyas; los propios artesanos salían a vender sus mercancías por los pueblos de alrededor en las vísperas de las fiestas patronales.

Los hilos de oro o plata se obtienen pasándolo por el banco de estirar, donde se les da el grosor deseado tirando con el timón del hilo sujeto por la tenaza. Existe también un torno de mano que se usa para obtener un hilo aún más fino. Con las pinzas se va dando forma al hilo y el volumen de la pieza se obtiene martilleando con el vástago en la embutidera. Cuando se tienen todas las piezas hechas, se sueldan con fuego de candil, y posteriormente se lava el oro con arena yagua. Las piezas de cobre y plata se doran y se bruñen.

Hay una gran variedad de joyas realizadas a base de filigrana, la mayor parte de las cuales denotan su origen portugués, de donde llegaron los promeros orives a la provincia cacereña; destacan la Cruz de pebas, llamada de Pingayo en Montehermoso, y el galápago, de aspecto macizo. Además, se trabajan pendientes de media luna y arracadas, gargantillas, alfileres para el pelo y las cruces llamadas veneras. Se exhibe un taller de orive prácticamente completo, procedente de Ceclavín, incluyendo la mesa de trabajo y el banco de estirar, el tas o bigornia, crisoles para la fundición, tenazas y martillo de fragua o el fuelle utilizado para avivar el fuego, etc.

En la manufactura textil tradicional, se requiere una tarea previa de transformación de las materias primas básicas, que son el lino y la lana. A finales del siglo XVIII funcionaban en la provincia de Cáceres 229 telares de paño de lana y 560 de lienzo de lino, destacando las poblaciones de Casatejada, Torrejoncillo, Hervás, Torremocha y Villa del Campo entre los pañeros, y Plasencia, Alcuéscar, Almoharín, Casar de Cáceres o Garganta la Olla entre los de lienzo. También se fabricaron medias de seda en Arroyomolinos, y cordón en Casas de Millán, pero sólo en algunos de aquellos talleres, como Hervás o Torrejoncillo, podía hablarse de una organización industrial del trabajo, siendo en los demás un negocio puramente doméstico que sólo ocupaba a los miembros de la familia. Particularmente, la fabricación de lienzo solía estar destinada al autoconsumo familiar en forma de toallas, ropa interior, manteles, sacos y alforjas.

Tanto la fibra del lino, una vez limpia, machada y rastrillada con la rastra, como la lana, después de esquilada, lavada, escarmenada y cardada con las cardas, se hilan colocando el copo en la parte superior de la rueca y arrollando una de sus hebras al huso, el cual se hace girar para ir formando el hilo. La husada o hilo así obtenido se pasa al madejador y posteriormente se guarda en forma de madejas que se devanarán en la devanadera o en el torno de hilar, quedando listas para formar en el telar la urdimbre o armazón del tejido o bien la trama del mismo.

En esta sala se expone un  telar manual, procedente de la zona de Deleitosa. En él, los hilos que formaban la urdimbre se disponían en el enjulio o rollo de la parte posterior para, pasando a través de los lizos y peines, como los que cuelgan en la pared de la sala, ser tejidos con el hilo de la trama que el tejedor pasaba de lado a lado mediante la lanzadera en la que se alojaba la canilla. Algunas de estas lanzaderas pueden verse en la vitrina citada, siendo la más grande procedente de un telar mecánico de Hervás, y las restantes de Campillo de Deleitosa.


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